Poblat Iber del Puig de la Nau

2. Desarrollo de un asentamiento protohistórico

16/10/2008

EL PUIG DE LA NAU: DESARROLLO DE UN ASENTAMIENTO PROTOHISTÓRICO

Los primeros pobladores

El yacimiento que veremos en nuestra visita al poblado ibérico del Puig de la Nau corresponde a un asentamiento ibero de la segunda mitad del siglo V a. C., pero el lugar ya estuvo ocupado desde mucho antes por una población que al menos desde principio del siglo VII a. C., se instaló construyendo cabañas de planta circular u oval, de las que han quedado pocas muestras de ellas, algún trozo de zócalo con agujero para sustentar los postes de las paredes, o agujeros excavados en la roca natural que también servirían para este fin constructivo. Posiblemente, las personas que se asentaron por primera vez en la colina fueran pastores trashumantes del Bronce final, que buscaban las suaves temperaturas invernales de la costa.

A mediados del siglo VII a. C., y ya dentro de un momento cultural diferente al anterior, Hierro antiguo, se levanta un poblado estable construido con edificaciones de planta rectangular hechos con mampostería. Los pocos restos constructivos que se han conservado relacionados con este momento del yacimiento, no permiten conocer la estructuración que tendría el poblado. Durante esta fase de ocupación se producen los primeros contactos comerciales mediterráneos, pues se encuentran ánforas fenicias y platos trípodes provenientes del sur peninsular, en donde los fenicios un par de siglos antes se habían establecido para desde allí crear una red comercial que abarcaría todo el Mediterráneo occidental. La cultura material autóctona era una perduración del Bronce final, con vasijas hechas a mano y decoradas con incisiones y acanalados.

El nacimiento de la Cultura Ibérica

A partir del 575-550 a.C. toda la costa mediterránea peninsular sufre un cambio cultural de gran importancia, aparece lo que los historiadores denominan a partir de las fuentes escritas griegas, la Cultura Ibérica, y con ello el asentamiento del Puig de la Nau también presenta una nueva remodelación constructiva. El material recuperado en esta fase del yacimiento ya presenta cerámica ibérica realizada a torno, decorada con las bandas y filetes típicos ibéricos. Continúa en este momento la presencia de las cerámicas fenicias, pero por otra parte, aparece en el registro arqueológico un nuevo y dinámico comercio, el griego, denunciado por la existencia de cerámicas áticas de figuras negras inicialmente, y más tarde por las vasijas de barniz negro, así como las primeras producciones de ánforas de la actual región de Marsella. Sin embargo, la influencia de los productos procedentes del comercio fenicio continúa acaparando la principal demanda del mercado local.

El apogeo del poblado

La primera mitad del siglo V a.C. resulta difícil de identificar en los niveles estratigráficos de la excavación, debido quizás a un abandono momentáneo, o a que dichos niveles fueron destruidos al desarrollarse la fase siguiente. Durante la excavación han aparecido materiales que se pueden datar dentro de este medio siglo, pero aparecen en un contexto material posterior.

A mediados del siglo V a.C. el asentamiento es motivo de una completa remodelación, realizándose toda una nueva estructuración urbanística incluyendo el sistema defensivo, el cual desconocemos en las etapas anteriores. Este cambio se debe a las nuevas perspectivas económicas que se abrían ante los ojos de los iberos del Puig de la Nau, las cuales estaban propiciadas por el comercio del cereal. Esta fase se corresponde con una Cultura Ibérica plena, perfectamente desarrollada y formada, caracterizada por una cerámica torneada, con una decoración de temática geométrica compleja y elaborada. El poblado continúa sus contactos comerciales con las colonias griegas, mercado que toma mayor fuerza, tal y como indica el porcentaje de cerámica ática de barniz negro y de figuras rojas, pero que no llega a alcanzar al mercado púnico, proveniente especialmente de la isla de Ibiza.

La fase del Ibérico pleno representa un momento floreciente que apenas duró unos cincuenta años, ya que hacia el 400 a.C. o pocos años después, el asentamiento es abandonado sin muestras de violencia. La investigación especula sobre la posibilidad de que este poblado fuese deshabitado a causa de una degradación ecológica del entorno, por una hiperexplotación del campo. La fuerte presión a la que había sido sometida la tierra para sacar un alto rendimiento agropecuario, pudo agotar tanto las tierras de cultivo como los recursos forestales, lo que ocasionó una caída en picado de la producción agrícola, una falta de comida para el ganado y una deforestación que repercutiría negativamente en otros aspectos económicos. Ante ello, los pobladores del Puig de la Nau no tuvieron otro remedio que optar por el abandono del poblado, y recogiendo todos sus enseres marcharon hacia otras zonas más prosperas, es el caso de la actual provincia de Gerona, el sudeste peninsular o el Alto Guadalquivir.

La estratigrafía muestra en algunos sectores una ocupación residual, por encima de los niveles de amortización de los recintos del siglo V a.C. Dicha ocupación que duraría escaso tiempo, constituiría la última fase de vida del asentamiento, no volviéndose a ocupar la zona hasta en el Bajo Imperio Romano, momento al que pertenecen algunos fragmentos de cerámica localizados en los campos de la ladera inferior de la colina, vestigios posiblemente de una modesta finca agrícola hispanorromana.

(El Puig de la Nau – Benicarló- Visita d'un jaciment. Arturo Oliver Foix)